viernes, 17 de mayo de 2013

El cabo Hopkins


…El cabo Hopkins repartía las cartas con la izquierda. En unos días le repatriarían a casa. Todos le mirábamos con envidia. Sabíamos que no había sido una bomba la que se llevó su brazo, si no un buen amigo carnicero, con mucha maña, y una puesta en escena de película simulando un ataque enemigo. Nadie se chivó de su secreto, todos  deseábamos volver a casa aunque fuera con algún miembro de menos, en vez de en un ataúd. Aquella guerra era una locura impuesta por locos ambiciosos, así que mientras esperábamos desesperanzados, todos intentábamos hacernos amigos del carnicero…


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