- Y
tú Pablito ¿Qué quieres ser de mayor? me preguntó la vecina de mi madre, esa
que tiene sobrepeso y sobrepelo sobre sus labios.
- ¡Yo
quiero ser payaso!, le dije.
Mi madre mi miró sorprendida y me dio una
colleja.
- ¡No digas
bobadas, buen payaso estás tú hecho! ¡Estos niños….tienen unas cosas!
Ambas mujeres se quedaron hablando en el
rellano mientras yo entraba en casa sin entender porque se sorprendían tanto
por querer tener una profesión tan bonita. Lo cierto es que ya ejercía de payaso a la
menor ocasión, en el cole, cualquier cosa que hacía provocaba risas, de esas
que te dejan con dolor de tripa por no poder parar de reír.
Mis profesores no se enfadaban conmigo
porque ellos lo pasaban tan bien como mis compañeros. Incluso uno de mis profesores,
el de lengua, de vez en cuando me daba pequeños guiones para que en los ratos
libres, mi amigo Oscar y yo hiciéramos pequeñas escenas cómicas.
En el festival de navidad mi amigo y yo solíamos
disfrazábamos de payasos y hacíamos alguna pequeña actuación. No sé como mi
madre no se dio cuenta, ya entonces, de que era mi verdadera vocación.
Me costó discutir mucho con mis padres,
pero finalmente me salí con la mía, y tras mucho esfuerzo y estudio lo
conseguí. Ahora disfruto día a día con mi trabajo.
No hay dinero que pague lo que siento cuando
voy a los hospitales y consigo arrancar una sonrisa a los niños que están
enfermos.
…¿y tú, que quieres ser de mayor?