miércoles, 21 de noviembre de 2012

Las maletas

...¡Del amor al odio hay una línea muy fina!. Ahora recordaba aquella frase y le venía a su mente una y otra vez mientras se limpiaba la sangre de sus manos. Acababa de cortar a su mujer en pedazos y había metido sus trozos en un par de viejas maletas. El ser carnicero había facilitado mucho esa labor, la sangre no le impresionaba y tenía mucha maña con el cuchillo. Limpió los bordes de una de las maletas que había quedado salpicada con pequeñas gotitas negras de sangre coagulada, se fijó en que una de las maletas llevaba aún una etiqueta atada con sus nombres y dirección y que en alguna ocasión les había servido para que aunque no llegará a su lugar de vacaciones, a menos volviera a casa sola tras un largo periplo entre aeropuertos y aviones.  Había pensado en abandonar las maletas en una vieja mina y enterrarlas en ella, pero de repente pensó. ¡A ella le gustaba mucho viajar! así qué, ¿por qué no llevarla al aeropuerto?  abandonarla allí en algún carrito de maletas, tardarían en averiguar quien era ella y para entonces, él sería el marido triste y preocupado por su desaparición y que además ayudaría compungido en su búsqueda. Solo esperaba que el amante de su mujer no lo acusara a él directamente, no se atrevería a salir a la luz y más siendo un personaje público como era, ¡callaría!, no le interesaba un escándalo.¿y si al final le pillaban? Bueno, al menos siempre podría vender la exclusiva del romance de su mujer a la televisión. ¡En la carcel con dinero siempre se estaría mejor que sin él!... 

viernes, 9 de noviembre de 2012

Problemas de conciencia

...Miró el reloj de la mesilla, aún faltaban cuatro horas para levantarse. Trabajaba de policía pero últimamente no le gustaba su trabajo. La unidad a la que pertenecía era la que cubría los desahucios y por desgracia últimamente raro era el día en que no tenían uno o dos. Sufría teniendo que echar a la gente como él de sus casas, por eso la noche antes de tener que cubrir uno, solía tener problemas para conciliar el sueño pensando en lo que le tocaría ver al día siguiente. Había veces que tenían que coger a la gente entre cuatro compañeros y literalmente echarle a la calle, cogerle por manos y piernas y dejarle en la acera e impedirle subir de nuevo a su casa. Pero tampoco tenía otra alternativa y más ahora que su mujer estaba en paro y solo era su sueldo el que entraba en casa. Quizás algún día serían sus propios compañeros los que vendrían a echarle a él. Desde luego si la cosa seguía así no lo descartaba. El banco en su día les animó a comprar esa casa, que aun no siendo nada del otro jueves tenía un precio desorbitado, inflado por los especuladores, también les había animado a incluir la reforma del piso y el coche nuevo con la hipoteca, entonces todo eran facilidades, pero ahora, sin un sueldo y con dos hijos tenían serios problemas para llegar a fin de mes. Habían puesto a la venta uno de los coches para reducir gastos, pero era tan viejo que nadie lo quería, pero ahora su mujer ya no lo necesitaba para ir a trabajar, un gasto menos, un seguro menos, un impuesto menos. Volvió a mirar el reloj, aún faltaban tres horas para ir a trabajar, que lento corría el tiempo a veces...

jueves, 8 de noviembre de 2012

El cayuco


Ayer por la noche le pregunté a mi madre. 
- ¡Mamá yo he viajado alguna vez en barco?
Ella, a pesar de ser negra, se puso pálida, su sonrisa se nubló y sus ojos volvieron a tener aquella triste expresión de hace algunos años. 
-¡Sí hijo, una vez! Pero eras un bebé y por suerte no te acuerdas. Era una pequeña barca gracias a la que pudimos llegar a España tú y yo y evitar la muerte en África. Fue un viaje duro en el que murió mucha gente, pero tú me diste fuerza para continuar con vida.
-¿Quieres decir que vinimos en un cayuco, como esos que salen en la tele? ¿Por qué no me lo habías dicho nunca?.
-Verás hijo, has vivido aquí desde que tenías 6 meses, este es tú país, donde están tus amigos y tú familia, he querido que vivieras alejado de aquello, que fueras feliz. ¿Qué habrías ganado sabiendo todas las miserias por las que pasamos hasta que conseguimos levantar la cabeza con dignidad?.
- ¿Y por qué me lo cuentas ahora ?
- Porque ya tienes edad para comprender ciertas cosas y creo que saber la historia de tú pasado te ayudará a valorar más lo que tienes ahora.
- En el instituto nos han pedido hacer una redacción sobre un viaje, así que ¿por qué no me cuentas más sobre nuestro pasado y sobre ese viaje?
- ¿Estás seguro hijo?, hay muchas cosas que te avergonzarían. Tú ya piensas como un Español, no sé si comprenderás lo que significa estar en una situación límite, desesperada, sin esperanza, sin recursos, sin ayuda. Tuve qué hacer muchas cosas qué prefiero olvidar aunque te puedo decir que por ti volvería a hacer cualquier cosa.
- Creo que vivir en la ignorancia nos hace más mal que bien.¡cuéntamelo todo, por favor mama!
- Bien hijo, pues entonces pon la cafetera y prepara dos buenas tazas porque la noche será larga...