martes, 6 de abril de 2021

El dėcimo fallecido



¡No aguantaba más! Era la décima persona que se me moría en los brazos esa noche. No me había dado tiempo ni a llorar, porque se requería mi atención para otro paciente, al momento siguiente de certificar la hora de la muerte del anterior.

Llevábamos así días y días. Era como una pesadilla recurrente de la que quieres despertar y no puedes. 

Mi turno acababa ya.¡por fin! Me quité todos los elementos protectores, bata, mascarillas, guantes, pijama, gorro, gafas.... Me duché y desinfecté y marché a casa. 

Como cada día cogí el metro para volver y fue allí cuando tras sentarme agotada, me dio el bajón. No pude evitarlo y se me saltaron las lágrimas. No podía dejar de llorar. La gente me miraba pero nadie se atrevía a acercarse a mi. Solo miraban y se alejaban porque empezaba a parecer un poco loca porque había empezado a hiperventilar. Creo que me estaba dando un ataque de ansiedad. 

Una mujer que iba con una niña de la mano, finalmente se compadeció de mi, se olvidó de su miedo al contacto y se sentó a mi lado mientras me ofrecía un pañuelo y un zumo, supongo que de la merienda de su hija. Mientras me limpiaba las lágrimas, la madre me calmó, hablando con una dulce voz. Me preguntó que me pasaba y si podía ayudarme. 

Le conté como estaban siendo mis días de trabajo últimamente y que no podía más. Que me iba a volver loca. 

Entonces su hija, que no tendría mas de 6 años, sacó un bote de gel desinfectante, se limpió las manos y me agarro una de las mías  mientras me decía. Yo de mayor quiero ser como tú y ayudar a la gente. Mi yaya está viva gracias a los médicos que la ayudaron. Quizás fuiste tú. Así que no llores lo estáis haciendo muy bien, eso dice mi yaya y ¡ella sabe mucho!.

Nadie me había dicho nada así en mucho tiempo. Solo nos echaban en cara los que se morían, no los que se salvaban. 

Poco a poco me serené y tras dar las gracias a la madre y la hija me baje en mi parada y me fui a casa a descansar, para poder seguir mañana intentando salvar a más personas. 

¿Qué me pasa?



Hoy he tenido una pesadilla horrible, iba por la calle andando tranquilamente cuando un niño me ha señalado con el dedo mientras tiraba de la mano de su madre llamando su atención. Cuando la madre se ha girado y me ha visto, se ha llevado la mano al móvil y gritando me ha dicho ¡vete o llamo a la policía!. Yo no sabía por qué decía eso, miré detrás mío, pensando que se refería a otra persona. Pero no había nadie, así que era por mí y me asusté.
El niño comenzó a llorar y empezó a aparecer mas gente que me miraba, me señalaban y comentaban algo entre ellos. 
Empece a pensar si tendría sangre o algo clavado o la ropa rota o algo raro....pero no veía nada fuera de su sitio. Empecé a ponerme nerviosa cuando escuché la sirena de un coche de policía que se acercaba. Tuve la intención de echarme a correr e irme de allí, pero no había hecho nada malo. 
Un coche de policía paró a mi lado y se bajaron dos agentes que echaron mano a su arma y me apuntaron mientras pedían a la gente que se alejara. Me pareció subrealista la escena y no entendía nada.
-¿pero que pasa? Pregunté a los agentes.
-¿no sabe aún que no puede salir sin mascarilla? ¡Es obligatorio!. ¡Al suelo y ponga las manos en la cabeza!. 
Me tiré al suelo y fue en ese momento cuando me desperté. 
Me toque la cara y sonreí, para mí, al saber que allí estaba mi mascarilla, como obligaban las normas, al estar con un no conviviente.  
Que me hubiera acostado con ese hombre, al que había conocido aquella noche por Tinder, no le convertía en un conviviente. 
¡cosas de la pandemía!...