lunes, 14 de octubre de 2013

Pareja de conveniencia

...Cuando Rajesh y yo nos fuimos a inscribir como pareja de hecho al registro municipal, parecíamos dos enamorados. Incluso nos besamos y abrazamos sin pudor. Parecíamos felices. Yo llevaba un bonito ramo de flores y mi mejor vestido, Rajesh un traje oscuro, que le quedaba un poco grande porque se lo había prestado mi padre. Llevábamos dos testigos españoles, que pertenecían a la trama que concertaba parejas para que algunos extranjeros pudieran obtener el permiso de residencia. Todo parecía en orden, pero al hombre del registro no le debió parecer creíble y debió dar parte de sus sospechas a sus superiores. El caso es que a los tres días se presentó la policía en mi casa con una orden de registro, bueno mejor dicho, en casa de mis padres que es donde he tenido que volver al quedarme en paro. Tras interrogarme me detuvieron por participar en un delito de falsedad documental y favorecimiento de inmigración ilegal.
Lo hice porque necesitaba dinero y una amiga me comentó que ella lo había hecho, que no pasaba nada, que era dinero fácil y luego cada uno por su lado. Pregunté a mis padres y les pareció bien la operación, porque realmente necesitábamos algo de dinero pues el único ingreso de la familia era la paupérrima pensión de mi padre.
Ahora estoy en libertad con cargos y con un dinero extra que tal vez tenga que gastar en pagar a un abogado. Aunque no me arrepiento, lo cierto es que aquel día lo pasé genial. Rajesh resultó ser un joven guapo, simpático y todo un caballero. Lastima que todo fuera un montaje...

martes, 1 de octubre de 2013

Un día más que llego tarde a trabajar

...La sangre chorrea por su cabeza, pero ella no se da cuenta, está en una especie de nube, camina como un zombi. La gente se va apartando de ella, dejándola pasar como si fuera una apestada. Nadie se acerca a ella, nadie la atiende y ella sigue, como una autómata, caminando sin rumbo por los pasillos del metro.

Finalmente una mujer mayor, que por edad podría ser su madre, la agarra de un brazo y la dirige a una banco del andén mientras le habla y le pregunta que le ha ocurrido y si se encuentra bien. Intenta tranquilizarla y pide a alguien a gritos que por favor avisen al personal del metro y que llamen al SAMUR. La mujer mayor abre su bolso y saca unos pañuelos e intenta presionarle la herida de la cabeza. La joven con la mirada perdida lanza un grito de dolor y finalmente cae desmayada. Un corrillo de gente se forma alrededor de ellas, entre varias personas la tumban en el banco. La mujer sigue presionando la herida, que no deja de sangrar.

Ya hay un charco grande al pié del banco. El resto de gente que les rodea, son mirones que hablan, critican, pero no hacen nada...Pasados unos minutos vienen 3 guardas jurados y la taquillera junto con dos médicos y el conductor de una UVI móvil. La atienden, le paran la hemorragia y se la llevan en una camilla con ruedas corriendo por los pasillos de la estación.

Finalmente todo el mundo comienza a irse comentando el hecho, solo queda la mujer mayor que sigue sentada en el banco mientras se intenta limpiar la sangre de sus manos. 

Ya llega tarde a trabajar, piensa si no sería mejor dejar algunas manchas de sangre para que su estricta jefa no piense que es otra escusa para llegar tarde. En esta semana ya ha llegado tarde cuatro veces. Pero ¿qué culpa tiene ella de viajar en metro y de que cada día pase algo diferente que le impide llegar a su hora?. 

El lunes, fue un suicidio, el martes una parada por apertura indebida de puertas por una reivindicación, el miércoles una avería técnica, el jueves huelga de maquinistas y hoy lo de la joven. Estaba convencida de que su jefa no la iba a creer y diría "¿con la cantidad de gente que viaja en metro no me digas que no había nadie más para hacerse cargo de la joven?¿acaso eres tú una ONG?". 

Terminó de limpiarse las manos y continuó su camino hacia el trabajo, pensando que a lo mejor aquello salía en los periódicos y no necesitaría pedir un justificante a la taquillera, como había pasado el resto de los días de esta semana. ¡Otro día que tendría que quedarse más rato a recuperar horas!...

Los rescoldos de mi vida

..Primero fue un cigarrillo, luego unas cervezas, luego fueron unos cubatas, luego unos porros, luego unas pastillas y finalmente unas rayas de cocaína. Ahora estoy en un centro de desintoxicación porque estuve a punto de morir por una mezcla de alcohol y cocaína. Hace años que entré en un callejón sin salida, sin esperanza. En mi casa mis padres no supieron ponerme freno porque les engañé y ellos por amor se dejaron engañar. Confiaron en mí y yo les mentí una y mil veces. Ahora estoy solo. Ya no me queda nadie que quiera hacerse cargo de mi. A mi edad, con casi cuarenta años, no tengo futuro y por supuesto tampoco tengo pasado.
Tras irme de casa con veintitrés años, mi pasado se reduce a las fiestas, las drogas, las borracheras, los robos, las palizas, las vueltas a casa de mis padres a pedir dinero, a robarles, a mentirles, a saquearles. Nunca les llamé para saber cómo estaban, tampoco me importaba, pasaba de ellos. Una de tantas veces que les llamó lo policía para que pagaran una de mis fianzas descubrí que habían muerto los dos. Esa vez nadie pagó mi fianza y estuve unos cuantos meses en la cárcel. Esa vez llamé a mi hermana que se negó a venir a verme y mucho menos a pagarme nada. Me culpaba de haber matado a mis padres, de haberles arruinado la vida a todos. No lo entendí, hasta que un colega de la cárcel me lo explicó todo. Mis acreedores que eran muchos y con el tiempo fueron cada vez más peligrosos les cobraron mis deudas a mis padres. Tuvieron que vender su casa para pagar mis excesos e irse a vivir con mi hermana, su marido y sus dos hijos a un piso de 60 metros. Aún así no fue suficiente y un día un coche les arrolló, les sacó de la carretera y murieron los dos. Una llamada anónima a mi hermana le explicó que no había sido un accidente y que aún quedaba dinero pendiente y que si no quería que le pasara nada a sus hijos, a su marido o a ella bien podía darse prisa en liquidar la deuda. Ella vendió su casa y eso finalmente le costó un divorcio y perder la custodia de sus hijos.
Cuando salí de la cárcel intenté hablar con mi hermana, pero ella se negó, me dijo que ya no tenía hermano, que en realidad nunca lo había tenido. Fue ese día cuando se me fue la mano con el alcohol y la coca y terminé en el hospital. Ahora en las terapias de grupo del centro de desintoxicación cuando pienso en mi vida, solo tengo recuerdos buenos de cuando era pequeño, pero efectivamente no tengo recuerdos con mi familia desde la adolescencia en adelante. Hay un salto, un vacío que ya no puede llenarse. Muchas noches me duermo llorando pensando en todo el mal que he hecho, principalmente a mi familia, me gustaría poder culpar a alguien, pero lo cierto es que es solo culpa mía y eso duele aún más ¿qué va a ser de mi?...