-¡Mama
Mary! ¡Mama Mary! se han encontrado esta niña sola por la calle, al
parecer lleva días vagando sola. Se ha desmayado y cuando he ido a
entregar la leche a casa del maestro me ha pedido que la trajera al
orfanato.
-¡Pobrecita, no debe tener más de año y medio o dos años! Habrá que buscar un hueco en la sala de las niñas pequeñas para ella.
Depositaron
a la niña en una camita improvisada y fueron a por un biberón.
-Creo que lo primero que necesita es comer, ya la limpiaremos después.
-Creo que lo primero que necesita es comer, ya la limpiaremos después.
Cuando la pequeña abrió los ojos, se encontró con 20 miradas de niños como ella que le sonreían a su alrededor.
-¡Vamos, vamos, dejarla tranquila, tiene que comer! Mama Mary le ofreció el biberón y la pequeña se lanzó desesperada a por él.
-¡Tranquila,
tranquila que hay más! Aquí la leche no te faltará. Tenemos doce vacas
¿sabes? Todos las cuidamos. ¿quieres verlas?. La pequeña asintió con la
cabeza.
- Pero primero te tengo que bañar y ponerte ropa limpia. Luego podrás ver a las vacas ¿de acuerdo?
La
mirada de la pequeña se nublaba por momentos de emoción, miedo,
felicidad, angustia. Miro alrededor y le pareció que había millones de
niños en aquel sitio. Literas y literas llenas de niños de todas las
edades.
La
que llamaban mama Mary parecía una buena persona. Se dejó bañar y
cambiar su harapos por ropa limpia y caliente. Luego aceptó la mano de
una niña mayor que la llevó a ver aquellas fábricas de leche que
rumiaban lentamente mientras unos niños las ordeñaban y otros limpiaban
los establos.
Dentro
de su cabecita lo único que pensó es que aquello era el paraíso y que
allí podría, por fin, ser feliz. Apretó fuerte la manita de su
acompañante y está la cogió en brazos y le dio un cálido y tierno
abrazo.