miércoles, 26 de julio de 2017

El cocinero


Se asomó sola por la escotilla para ver amanecer, respiró profundamente, le encantaba el olor a mar, quiso disfrutar de ese instante porque quizás fuera su último día en aquel barco.
Sabía que el cocinero estaba desquiciado por su culpa y seguro que en un descuido del resto del personal cogería alguno de aquellos enormes cuchillos y la cortaría en pedacitos.
Tendría que ir con cuidado si no quería acabar en una olla, ¡aunque el guiso de rata, dicen que está muy duro!

El cuchillo cebollero


-¡Es como sale mejor!…dijo mi madre, mirándome fijamente mientras frotaba con agua oxigenada la sangre de su vestido. 

Yo aún sostenía el cuchillo cebollero, estaba inmóvil y en ropa interior en mitad de la cocina sin saber cómo reaccionar, completamente paralizada. En cambio mi madre actuaba como si no hubiera pasado nada, incluso comenzó a canturrear.
-¿Qué va a ser de mí ahora? Le pregunté.
-¡Nada! Contestó ella ¡eres menor de edad y fue en defensa propia!
-¡Pero no es verdad, fuiste tú, no yo! 
Ella me fulminó con la mirada y dijo ¿Qué prefieres? ¿perder a ese monstruo o a los dos?

Genéticamente compatible


Debo decidir si quiero un hermanito o no, mi madre me pregunta si me gustaría uno para jugar con él, pero estoy pensando que no me apetece compartirla con nadie.
Mis amigas con hermanitos dicen que son un incordio. Por otro lado, veo triste a mama. La escuché hablando con la yaya sobre que la única solución para mí era tener un hermano genéticamente compatible. No sé que significa eso, mejor lo pienso otro día, hoy estoy cansada y además se ha agotado el gotero, hay que llamar a la enfermera.