...Una demacrada joven entró en el vagón y comenzó a pedir en
voz alta una ayuda para dar de comer a sus dos hijos, estaba en paro, era
viuda… La gente, en general, agachaba la cabeza, simulaba dormir, leer, miraban
por la ventana a la oscuridad del túnel.
Llegamos a Atocha, se bajó cabizbaja y se quedó en el andén.
El tren reanudó la marcha y yo comencé a pensar si sería capaz de hacer lo que
ella por mis hijos en una situación así. Quizás pronto lo sabría. ¡Hoy me
habían despedido!...