martes, 25 de junio de 2013

El tren de lo cotidiano

...Una demacrada joven entró en el vagón y comenzó a pedir en voz alta una ayuda para dar de comer a sus dos hijos, estaba en paro, era viuda… La gente, en general, agachaba la cabeza, simulaba dormir, leer, miraban por la ventana a la oscuridad del túnel.
Llegamos a Atocha, se bajó cabizbaja y se quedó en el andén. El tren reanudó la marcha y yo comencé a pensar si sería capaz de hacer lo que ella por mis hijos en una situación así. Quizás pronto lo sabría. ¡Hoy me habían despedido!...

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