miércoles, 28 de diciembre de 2016

Don erre que erre


Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado, ponía los ojos en blanco y tras farfullar alguna palabrota, se sentaba en su estudio, volvía a sacar la vieja máquina de escribir y comenzaba otra carta.
Este ritual duraba ya veinte años, pero parece ser que un vacío legal le permitía, a mi marido no pagar la multa, y a la administración volver a solicitarla.
Supongo que en la administración existía otro personaje tan cabezón como mi marido, para que, por una multa de 300 pesetas llevaran mandándose cartas mensuales durante tantos años.

¡El diablo se lo lleve!

Sigo observando mi trocito de cielo, mientras espero que nos rescaten. No puedo moverme, no siento las piernas y no oigo ningún ruido. Es como estar bajo el agua. Veo a mi hermanito lleno de sangre. Él está boca abajo y no puede ver el cielo, pero le veo mover una mano, así que creo que está vivo. ¡Ojalá mi padre este muerto! le dijo a mama que se iba a tirar con el coche por un puente. No puedo olvidar el grito desgarrador de mama. Quizás existan los milagros y como dice mi abuela, ¡el diablo se lo lleve!.

Flash Gordon

De un certero bocado, le arrebató el pincel, por suerte, hoy había sido más rápido e impidió que le mordiera el dedo, no como la semana pasada que le mordió la oreja, ó la anterior en un brazo y estuvo llevando manga larga toda la semana para que su madre no viera la herida.
De nada había servido contárselo a la profesora, ni a sus padres.
-¡No será para tanto!
-¡Son cosas de niños! decían.
Ahora callaba y esperaba su momento. Un día sería tan rápido como Flash Gordon y le clavaría un lápiz en el corazón sin que nadie le viera. ¡Quizás así, volvería a poder dormir sin tener pesadillas!

jueves, 22 de septiembre de 2016

Los "Otros" ahora, "Nosotros" mañana


En su día los europeos se felicitaban por la caída del muro de Berlín. Un intento de mejorar el futuro y las relaciones entre países con formas de vida y costumbres similares.
Pero ahora, nuevamente estamos construyendo nuevos muros. Muros de la vergüenza.
-¿Por qué? me pregunto a mi misma.
- Por miedo, me responde mi conciencia.
- ¿A qué?
- Por miedo a los “Otros” naturalmente.
- ¿Quiénes son los “Otros”? le digo sorprendida.
- Aquellos que vienen a quitarnos lo que es nuestro, los refugiados.
- Pero ¿Qué es lo nuestro?
- Nuestros trabajos, nuestras tierras, nuestras costumbres. Dice mi conciencia muy segura.
-¿Pero tú te estás escuchando? Le digo a mi conciencia toda INDIGNADA. ¡No entiendes que lo que tú llamas los “Otros” somos en realidad “Nosotros”!.
 Eso mismo que les está sucediendo a ellos puede que nos suceda a nosotros en cualquier momento. Ningún país está libre de que los problemas lleguen a apretar tanto a la población que ésta empiece a dividirse y a enfrentarse, a radicalizar sus discursos, a buscar culpables.
Cualquier día nuestros hijos o nietos pueden ser los refugiados del futuro. ¿no te gustaría que les ofrecieran un trabajo y una casa? ¿no te gustaría que fueran capaces de ayudar al país que les acoge con sus conocimientos? ¿no te gustaría que los niños pudieran estar sanos y aprender en una escuela para en el futuro ser personas útiles para la sociedad?.
Si fueran mis hijos, los refugiados, sé que devolverían con creces la ayuda recibida y que aportarían más de lo que pudieran recibir en un principio, porque hay que educar a la gente en la bondad. Para evitar abusos ya están la policía y los jueces, la sociedad está para aportar, ayudar y mejorar conjuntamente.
Ojala no se levanten más muros que separen a las personas, si no que la gente aprenda a repartir más justamente los recursos.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Chantaje al abuelo


Hago los deberes en un escritorio junto a un gran ventanal, y mientras miraba el horizonte vi como mi abuelo salía a la calle y sigilosamente abría el coche de mi madre (el cual no usa los días de diario), se sentaba al volante y salía disparado como alma de lleva el diablo.  

Pensé que sería bueno tener una prueba de su pequeña escapada así que lo grabé todo con el móvil.

Cuando vinieran mis padres se lo tendría que decir ,o bien, podría callarme….
¡Quizás era hora de que mi abuelo y yo nos sentáramos a pactar!...
¡Total! mi silencio iba a ser muy barato, se basaría en un pequeño donativo para los fines de semana….

Al cabo de media hora mi abuelo aparcaba el coche en el mismo sitio y lo dejaba como si nada hubiera pasado.


Al rato me levanté y me fui al salón, él estaba sentado en el sofá mirando la TV, me senté a su lado y le pregunté si quería ver un vídeo muy bueno.
Me dijo que sí, pero que esperara a que se pusiera las gafas de cerca. Cuando finalmente vio el vídeo comenzó a reírse a carcajadas.

-¿Qué te hace gracia? Le pregunté, ¿no querrás que mis padres se enteren de que les coges el coche cuando no te han dejado renovarte el carnet de conducir por viejo?

Se levantó, cogió su móvil y me envió un mensaje al Whatsapp. Cuando lo abrí vi que se trataba de otro vídeo, pero en este, el actor principal era yo y la actriz secundaria una medio novia que yo metía a escondidas en mi cuarto cuando no estaban mis padres.

¡Está claro que estábamos empatados! Habría que pensar en otro método de financiación…

 

domingo, 31 de julio de 2016

Mamá, quiero ser payaso

-  Y tú Pablito ¿Qué quieres ser de mayor? me preguntó la vecina de mi madre, esa que tiene sobrepeso y sobrepelo sobre sus labios.
-  ¡Yo quiero ser payaso!, le dije.
Mi madre mi miró sorprendida y me dio una colleja.
- ¡No digas bobadas, buen payaso estás tú hecho! ¡Estos niños….tienen unas cosas!
Ambas mujeres se quedaron hablando en el rellano mientras yo entraba en casa sin entender porque se sorprendían tanto por querer tener una profesión tan bonita. Lo cierto es que ya ejercía de payaso a la menor ocasión, en el cole, cualquier cosa que hacía provocaba risas, de esas que te dejan con dolor de tripa por no poder parar de reír.
Mis profesores no se enfadaban conmigo porque ellos lo pasaban tan bien como mis compañeros. Incluso uno de mis profesores, el de lengua, de vez en cuando me daba pequeños guiones para que en los ratos libres, mi amigo Oscar y yo hiciéramos pequeñas escenas cómicas.
En el festival de navidad mi amigo y yo solíamos disfrazábamos de payasos y hacíamos alguna pequeña actuación. No sé como mi madre no se dio cuenta, ya entonces, de que era mi verdadera vocación.
Me costó discutir mucho con mis padres, pero finalmente me salí con la mía, y tras mucho esfuerzo y estudio lo conseguí. Ahora disfruto día a día con mi trabajo.  
No hay dinero que pague lo que siento cuando voy a los hospitales y consigo arrancar una sonrisa a los niños que están enfermos.
…¿y tú, que quieres ser de mayor?

viernes, 29 de julio de 2016

¡Ahora muere, y envíanos un hermanito!

¡Ahora muere, y envíanos un hermanito! Estas fueron las palabras del padre a la niña recién nacida, mientras la comadrona siguiendo la tradición, la metía una golosina en la boca y la asfixiaba para meterla luego en una tinaja de barro. Donde quedaría oculta para la administración.
La comadrona sintió un tremendo dolor de estómago mientras se ocupaba del bebe, pero si no hacía eso no cobraba y este mes habían nacido varias niñas que no quiso matar. Ya no podía seguir sin cobrar, así que no le quedaba más remedio que hacerlo.
Estaba harta de su trabajo, a veces se replanteaba irse de la india a otro país, pero para eso se necesitaba mucho dinero. Incluso irse a la ciudad no era alternativa, si no cambiaba de profesión no iba a adelantar nada moralmente. En la ciudad donde si había ecografías, si se veía que era una niña se ofrecía a los padres hacer allí mismo el aborto, que normalmente les tocaba hacer a las comadronas. El lema era “Gaste hoy 5.000 rupias, y ahorre 500.000 mañana” pagar una ecografía+aborto era más barato que ahorrar para una dote decente con la que poder casar a una hija.
Cuando depositó el cuerpecito de la niña y cerró la tinaja, cogió el dinero y se marchó a casa a llorar en brazos de sus hijas. Tres hijas,  ni más ni menos,  a las cuales sacaba adelante ella sola porque su padre había muerto. Ahora más que nunca era el momento de hacer las maletas y salir las cuatro a buscarse la vida en otro sitio, donde la vida de la mujer valga lo mismo que la de un hombre…


miércoles, 27 de julio de 2016

Un corazón en Madrid una vida en Alemania


El autobús turístico circulaba por la Gran Vía, ya era de noche y las luces navideñas
iluminaban sus fabulosos edificios. Mis hijos, a pesar del frío, iban señalando con sus deditos emocionados todo lo que les sorprendía: el enorme árbol de navidad de la calle Montera, los vagabundos que dormían entre cartones junto a sus perros ó gatos, los grupos de gente disfrazada con motivos navideños, los escaparates luminosos, las terrazas en la calle con sus estufas encendidas. Sonreían respondiendo con sus manitas a los saludos que les lanzaba la gente cuando les veía pasar en el autobús con aquellos gorritos de reno y de papa Noel. Yo disparaba fotos intentando capturar esos momentos que les habían emocionado, para que en el futuro, desde Alemania, cuando vieran esas fotos recordaran la maravillosa visita a la ciudad que nunca duerme. “Mi Madrid”, donde espero volver algún día, cuando esta maldita crisis acabe.

viernes, 12 de febrero de 2016

Sopa con tropezones

Todos miran a mi perro de forma extraña, se lo he comentado a mi padre y él me lo ha explicado. Dice que todo el mundo tiene hambre, que no queda casi nada de comer por eso lo miran así, porque todos quieren comérselo. Cada día quedan menos mascotas, los gatos y perros de algunos amigos han desaparecido. ¡Supongo que ahora ya sé donde están!. 

Mi padre me ha asegurado que mientras el lo pueda defender, nadie se va a comer a “Abbas”. Pero tengo miedo por él, no consigo que se esté quieto a mi lado, siempre ha sido libre. 

Antes de la guerra “Abbas” me acom
pañaba todos los días hasta la puerta del colegio y luego se iba, no sé a donde, imagino que a cazar o jugar con otros perros y luego me volvía a buscar a la salida..No imagino como lo hacía para saber la hora, pero lo cierto es que siempre estaba esperándome a la salida del colegio para acompañarme a casa. Lo hemos tenido en casa desde cachorro y siempre nos ha cuidado. A mí me ha librado de más de una pelea con chicos mayores, porque yo siempre he sido muy bocazas y mis chistes o comentarios no siempre sentaban bien, por eso siempre había alguien con ganas de partirme la cara, pero “Abbas” siempre estaba a mi lado para defenderme. 

Llevamos meses tomando una especie de sopa de hojas, con especias, no hay nada sólido. 
Me suena la tripa y yo creo que “Abbas” sabe que tengo hambre porque últimamente no hace más que traerme, algún pájaro o incluso alguna rata muerta que deja a mis pies. Yo le rasco detrás de la oreja, ¡que le encanta! y le llevo a mi madre el bicho para que lo cocine y lo eche en la sopa. 
¡Hoy tendremos sopa con tropezones!.

domingo, 31 de enero de 2016

Superpoderes


- ¡Vuelven a ser invisibles!, le comenté al doctor. ¡Ya sabía yo que tanto experimento y tanta medicación para poder quedarme embarazada traería consecuencias, pero nunca pensé, que mis trillizas tendrían superpoderes! 

- ¿Y qué otros poderes tienen? preguntó muy, pero que muy interesado el médico. 
- ¡Pues lo que peor llevo es cuando les da por salir volando por la casa!... 
Iba a comentarle otros poderes que tenían, pero vi en sus ojos el deseo de la avaricia, le faltó el típico brillo en los dientes de los dibujos animados, así que reculé enseguida y le dije.
-¡No me mire así doctor, que es una broma!

miércoles, 20 de enero de 2016

Cenar, querer, callar, disfrutar


En qué momento de la educación de su niña habían empezado a equivocarse. 
Esos pensamientos eran recurrentes cuando se acercaba la fecha de su visita. 
Cada año, el día de Navidad, ella venía a casa a cenar. Su ropa y su aspecto eran limpios, aunque ellos sabían que vivía en la calle. Era el único día del año en que la veían. Cenaban tranquilos, hablaban del pasado, de la niñez, momentos siempre dulces. Sonrisas forzadas en miradas tristes, mientras miles de preguntas incómodas se masticaban silenciosas con cada bocado. 
Ella agradecía los regalos, siempre útiles: una manta, unas botas, una bolsa grande…guardaba rápidamente el dinero que le daba su madre a escondidas y tras unos abrazos rotos entre lágrimas, marchaba, quizás para siempre.