viernes, 29 de julio de 2016

¡Ahora muere, y envíanos un hermanito!

¡Ahora muere, y envíanos un hermanito! Estas fueron las palabras del padre a la niña recién nacida, mientras la comadrona siguiendo la tradición, la metía una golosina en la boca y la asfixiaba para meterla luego en una tinaja de barro. Donde quedaría oculta para la administración.
La comadrona sintió un tremendo dolor de estómago mientras se ocupaba del bebe, pero si no hacía eso no cobraba y este mes habían nacido varias niñas que no quiso matar. Ya no podía seguir sin cobrar, así que no le quedaba más remedio que hacerlo.
Estaba harta de su trabajo, a veces se replanteaba irse de la india a otro país, pero para eso se necesitaba mucho dinero. Incluso irse a la ciudad no era alternativa, si no cambiaba de profesión no iba a adelantar nada moralmente. En la ciudad donde si había ecografías, si se veía que era una niña se ofrecía a los padres hacer allí mismo el aborto, que normalmente les tocaba hacer a las comadronas. El lema era “Gaste hoy 5.000 rupias, y ahorre 500.000 mañana” pagar una ecografía+aborto era más barato que ahorrar para una dote decente con la que poder casar a una hija.
Cuando depositó el cuerpecito de la niña y cerró la tinaja, cogió el dinero y se marchó a casa a llorar en brazos de sus hijas. Tres hijas,  ni más ni menos,  a las cuales sacaba adelante ella sola porque su padre había muerto. Ahora más que nunca era el momento de hacer las maletas y salir las cuatro a buscarse la vida en otro sitio, donde la vida de la mujer valga lo mismo que la de un hombre…


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