miércoles, 20 de enero de 2016

Cenar, querer, callar, disfrutar


En qué momento de la educación de su niña habían empezado a equivocarse. 
Esos pensamientos eran recurrentes cuando se acercaba la fecha de su visita. 
Cada año, el día de Navidad, ella venía a casa a cenar. Su ropa y su aspecto eran limpios, aunque ellos sabían que vivía en la calle. Era el único día del año en que la veían. Cenaban tranquilos, hablaban del pasado, de la niñez, momentos siempre dulces. Sonrisas forzadas en miradas tristes, mientras miles de preguntas incómodas se masticaban silenciosas con cada bocado. 
Ella agradecía los regalos, siempre útiles: una manta, unas botas, una bolsa grande…guardaba rápidamente el dinero que le daba su madre a escondidas y tras unos abrazos rotos entre lágrimas, marchaba, quizás para siempre.

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