miércoles, 28 de diciembre de 2016

Flash Gordon

De un certero bocado, le arrebató el pincel, por suerte, hoy había sido más rápido e impidió que le mordiera el dedo, no como la semana pasada que le mordió la oreja, ó la anterior en un brazo y estuvo llevando manga larga toda la semana para que su madre no viera la herida.
De nada había servido contárselo a la profesora, ni a sus padres.
-¡No será para tanto!
-¡Son cosas de niños! decían.
Ahora callaba y esperaba su momento. Un día sería tan rápido como Flash Gordon y le clavaría un lápiz en el corazón sin que nadie le viera. ¡Quizás así, volvería a poder dormir sin tener pesadillas!

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