martes, 1 de octubre de 2013

Los rescoldos de mi vida

..Primero fue un cigarrillo, luego unas cervezas, luego fueron unos cubatas, luego unos porros, luego unas pastillas y finalmente unas rayas de cocaína. Ahora estoy en un centro de desintoxicación porque estuve a punto de morir por una mezcla de alcohol y cocaína. Hace años que entré en un callejón sin salida, sin esperanza. En mi casa mis padres no supieron ponerme freno porque les engañé y ellos por amor se dejaron engañar. Confiaron en mí y yo les mentí una y mil veces. Ahora estoy solo. Ya no me queda nadie que quiera hacerse cargo de mi. A mi edad, con casi cuarenta años, no tengo futuro y por supuesto tampoco tengo pasado.
Tras irme de casa con veintitrés años, mi pasado se reduce a las fiestas, las drogas, las borracheras, los robos, las palizas, las vueltas a casa de mis padres a pedir dinero, a robarles, a mentirles, a saquearles. Nunca les llamé para saber cómo estaban, tampoco me importaba, pasaba de ellos. Una de tantas veces que les llamó lo policía para que pagaran una de mis fianzas descubrí que habían muerto los dos. Esa vez nadie pagó mi fianza y estuve unos cuantos meses en la cárcel. Esa vez llamé a mi hermana que se negó a venir a verme y mucho menos a pagarme nada. Me culpaba de haber matado a mis padres, de haberles arruinado la vida a todos. No lo entendí, hasta que un colega de la cárcel me lo explicó todo. Mis acreedores que eran muchos y con el tiempo fueron cada vez más peligrosos les cobraron mis deudas a mis padres. Tuvieron que vender su casa para pagar mis excesos e irse a vivir con mi hermana, su marido y sus dos hijos a un piso de 60 metros. Aún así no fue suficiente y un día un coche les arrolló, les sacó de la carretera y murieron los dos. Una llamada anónima a mi hermana le explicó que no había sido un accidente y que aún quedaba dinero pendiente y que si no quería que le pasara nada a sus hijos, a su marido o a ella bien podía darse prisa en liquidar la deuda. Ella vendió su casa y eso finalmente le costó un divorcio y perder la custodia de sus hijos.
Cuando salí de la cárcel intenté hablar con mi hermana, pero ella se negó, me dijo que ya no tenía hermano, que en realidad nunca lo había tenido. Fue ese día cuando se me fue la mano con el alcohol y la coca y terminé en el hospital. Ahora en las terapias de grupo del centro de desintoxicación cuando pienso en mi vida, solo tengo recuerdos buenos de cuando era pequeño, pero efectivamente no tengo recuerdos con mi familia desde la adolescencia en adelante. Hay un salto, un vacío que ya no puede llenarse. Muchas noches me duermo llorando pensando en todo el mal que he hecho, principalmente a mi familia, me gustaría poder culpar a alguien, pero lo cierto es que es solo culpa mía y eso duele aún más ¿qué va a ser de mi?...

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