Tiró la colilla al suelo y mientras la apagaba con
el pie sacaba otro cigarro del paquete y lo encendía de forma compulsiva.
Estaba nervioso, aquello se le estaba yendo de las manos. Algo que tendría que
haber sido un simple trámite burocrático se había convertido en un secuestro
con rehenes y él era el responsable.
Tenía que viajar a Canadá con urgencia y se había
dado cuenta ayer de que tenía el pasaporte caducado. Se acercó a la comisaría
del aeropuerto, donde te dejaban hacer pasaportes de urgencia si lo
justificabas.
Su mujer había tenido un accidente y había sido
hospitalizada en Canadá durante un viaje de trabajo. Al parecer estaba grave
pero no sabían explicarle bien lo que había sucedido, la agencia de viajes se
había puesto en contacto con él porque era la persona de referencia que venía
en los papeles de viaje por si ocurría una emergencia. Le habían enviado un
justificante y un billete para el vuelo del día siguiente. Solo había uno al
día.
Cuando la mujer policía que hacía los pasaportes
comenzó a ponerle pegas, fue cuando Julián comenzó a inquietarse. Necesitaba
viajar el día siguiente, sí o sí.
Siempre había sido un hombre de carácter difícil y
violento, tenía antecedentes por un par de peleas que habían terminado con sus
contrarios en el hospital. Saber Karate le había perjudicado, no a la hora de
defenderse, pero si a la hora de ser culpado por abuso al usar el Karate. Ya
que, mientras él solía salir indemne de las peleas, sus contrarios solían salir
bastante maltrechos. Tuvo que endeudarse un par de veces para poder pagar las
indemnizaciones de dichas peleas.
Conocer a Gala fue lo mejor que le pasó en su vida,
le calmó y le proporcionaba una estabilidad emocional. Todo aquel que le
conocía decía que era increíble como Gala había convertido al león en un tierno
gatito. Pero ahora ella estaba en problemas y a él no querían dejarle viajar.
Eso le bloqueó y le cabreó.
Ahora trataba de recordar cómo había surgido todo.
Empezó por discutir con la mujer policía que llevaba su expediente, pidió
hablar con el inspector jefe, comenzó a subir la voz cada vez más y dar golpes
en la mesa. Le amenazaron diciendo que si no se calmaba le iban a detener. En
ese momento le salió la vena agresiva y comenzó a despotricar de manera excesiva,
lo que dio lugar a que dos agentes se acercarán a él con la intención de
reducirle. En un visto y no visto él les había dejado KO con dos patadas, un
Ushiro Geri y un Kin Geri de libro y un
par de Shuto Uchi en el cuello hicieron el resto. Cogió el arma de uno de los
policías que ahora se encontraba inconsciente en el suelo y amenazó con
disparar a todo aquél que se moviera un milímetro de su sitio.
De nuevo estaba bloqueado, ¿Cómo iba a salir de
aquel lío? Ahora no estaba Gala para hacer de su abogada defensora, como en las
otras ocasiones. Así fue como la
conoció. Ella le fue asignada como abogada de oficio en una de sus detenciones.
Ella consiguió reducir bastante el coste de la indemnización y evitar que fuera
a prisión. Siempre con una sonrisa en la boca y una risa fresca. La segunda vez
que le defendió decidió que tenía que cambiar por ella, se había enamorado sin
remedio. Ella accedió a una cena cuando terminó el segundo juicio y cuando se
besaron en la despedida supo que ya no podría vivir sin ella. Haría lo que
fuera por estar con ella y efectivamente cambió y le gustó la persona en la que
se convirtió gracias a ella.
Todo iba bien en su vida hasta ahora. Este trance le
estaba devolviendo a sus orígenes y no le gustaba. Reunió a todos los presentes
en un lado de la sala, previamente les había quitado los móviles y las armas.
Cerró la puerta principal, cambiando el cartel a Cerrado. Quizás pudiera ganar
algo de tiempo para pensar.
Mientras andaba como un león enjaulado de un lado al
otro de la oficina y fumaba un cigarro tras otro, sin dejar de apuntarles con
la pistola vio, a través de las puertas de la entrada principal, como se habían
reunido fuera un grupo de antidisturbios. Alguien habría podido avisar antes de
que él les quitara los móviles. ¿Qué podía hacer? Comenzó a pensar que aquello
no tenía sentido, había hecho una estupidez, nada iba a salir bien para él. En
realidad no quería hacer daño a nadie, fue un ataque derivado de la impotencia
de no poder estar con Gala cuando más le necesitaba.
Una llamada le sacó del trance, descolgó el teléfono
que sonaba en una mesa cercana. Un hombre se presentó como mediador y le
comunicó que todo iba a salir bien, que solo querían saber que había pasado y
preguntó qué es lo quería. En ese momento Julián se echó a llorar y le contó
todo a ese desconocido. Hablaron durante una hora, donde Julián le contó toda
su vida, mientras los rehenes le escuchaban en silencio como quien escucha un
serial de radio. Finalmente dejo el arma en la mesa y se entregó….
Dos días más tarde volaba rumbo a Canadá. Ningún
rehén había querido denunciarle. Creo que todos se pusieron en su piel durante
un momento de empatía. Finalmente le habían proporcionado el pasaporte.
Por fin podría estar con Gala, lo que no sabía es lo
que se iba a encontrar allí. Pero eso….es otra historia.
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