lunes, 14 de enero de 2013

La terraza

...Hacía muchos años que no sentía el aire rozando mis mejillas y al sol rodeando mi frágil cuerpo, con su cálido aliento. Era la primera vez que salía al aire libre desde mi accidente en moto, por el cual quedé tetrapléjica. Tras muchos años de trabajo y de ahorro finalmente mis padres habían conseguido vender nuestro piso, que era un cuarto sin ascensor, y trasladarnos a un bajo con una gran terraza. Hicieron obras para unir mi habitación con la terraza mediante una gran puerta corredera, y así por fin, se pudo sacar mi cama a la terraza y yo volví a ver el cielo y los pájaros sobrevolando mi cabeza, pude oler los árboles, pude oír las risas de los niños de un parque cercano, el ladrido de un perro... tantos sonidos, tantas sensaciones. Mi madre me agarró fuertemente la mano, con expresión preocupada, cuando vio que una lágrima caía de mis ojos. ¡Tranquila mama, lloro, pero de felicidad! pensé que en el fondo con que pocas cosas puede uno ser feliz, solo hace falta no poder tenerlo para apreciarlo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario