miércoles, 26 de septiembre de 2012

El gorrión

...Cada día nos levantamos y realizamos las mismas acciones como autómatas. En una gran ciudad como Madrid solemos madrugar, coger el tren, metro o autobús a la misma hora, seguimos siempre la misma ruta, entramos siempre en la misma puerta del mismo vagón de tren, nos sentamos, si no está ocupado, en el mismo asiento y vemos a las mismas personas desconocidas cada día entre semana.
Las prisas, el d
ía a día, no nos permiten disfrutar de las pequeñas cosas que nos rodean, que dan sentido a la vida, que ofrecen esa pequeña vía de escape a la realidad a veces cruel e impersonal que nos rodea.
¿Quién se para, durante un buen rato, a observar a un pequeño gorrión urbano que se acerca a comer las migas de algún bocadillo, que un estudiante ha comido en una marquesina de autobús mientras esperaba en su camino a clase? Pues sí, dicho pajarillo existe y casi ha perdido su miedo al humano. Se acerca tanto que un pisotón descuidado acabaría con él, pero es listo y está atento, coge su miguita de pan y marcha veloz entre los coches hasta su nido en algún árbol pachucho de la zona, de hojas con olor a asfalto.

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