miércoles, 19 de septiembre de 2012

Sin prisa

...No podía dejar de seguirla con la mirada, tenía una gracia especial en la forma de retocarse el pelo, la ropa. Charlaba animadamente con una compañera. Yo cada vez me ponía más nervioso, la veía acercarse a mi y cuando pensaba que me iba a decir algo, se paraba a hablar con otros o se iba hacía otro sitio. Era como si yo no existiera, era invisible y yo tenía que irme, pero no sin hablar con ella. No podía más, así que intenté hacerle señas, levantar la mano, llamarla a voces, hacerme visible.¡Mierda! ¿porqué no me hacía caso, tan dificil es que una camarera traiga la cuenta?...Finalmente me levanté e hice el primer "simpa" de mi vida...

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